Genes para la investigación criminal

Las aplicaciones de la analítica del ADN como método de investigación delictiva

El 21 de noviembre de 1983, Lynda Mann, de 15 años, salió de su casa para ir a visitar a una amiga. No volvió. A la mañana siguiente se encontró su cadáver en un camino desierto conocido como Black Pad. Había sido violada y estrangulada. Casi tres años después, el 31 de julio de 1986, otra joven de la misma edad, Dawn Ashworth, tomó un atajo hacia su casa en lugar de seguir el camino habitual. Dos días más tarde, su cuerpo fue hallado en un área boscosa cerca de un sendero llamado Ten Pound Lane. Había sido golpeada, violada y estrangulada hasta morir. El modus operandi coincidía con el crimen de Lynda Mann y las muestras de semen revelaron que pertenecían al mismo grupo sanguíneo. El primer sospechoso de ambos crímenes fue Richard Buckland, un joven de 17 años, quien, durante su interrogatorio, admitió ser el asesino de Dawn, pero no así el de Lynda.

Sin embargo, los científicos Alec Jeffreyss, Peter Gill y Dave Werrett, miembros del Forensic Science Service (FSS), que acababan de desarrollar recientemente la técnica del análisis de ADN, demostraron concluyentemente que ambas mujeres fueron asesinadas por el mismo hombre, pero que Buckland no había sido el autor de ninguno de los dos crímenes, por lo que se convirtió en la primera persona cuya ausencia de participación en un delito fue demostrada por la técnica del ADN.

El caso no acabó ahí. Liberado Buckland, la policía de Leicestershire y el FSS iniciaron una investigación en la que se pidió a 5.000 varones de las proximidades que, voluntariamente, proporcionaran muestras de sangre o de saliva. Este trabajo duró seis meses y, al principio, no se obtuvo ningún resultado positivo. Sin embargo, alguien oyó a un tal tal Ian Kelly jactándose de haber obtenido 200 libras por haber donado una muestra haciéndose pasar por su amigo, Colin Pitchfork, un conocido panadero de la localidad.

El 19 de septiembre de 1987, Pitchfork fue arrestado en su casa, en Haybarn Close, una localidad vecina a Littlethorpe. Durante el registro de su vivienda se encontró una muestra que fue la que, sometida a la novedosa técnica de análisis de los científicos del FSS, dio como resultado una coincidencia absoluta con la del asesino, conclusión que, en un interrogatorio posterior, fue admitida por el sospechoso, que se declaró culpable de los dos crímenes y violaciones.

El de Colin Pitchfork fue el primer caso en el que se pronunció una condena basada en una prueba de ADN, y así consta en el informe Interpretando la genética forense, una guía de divulgación científica que fue presentada recientemente en Madrid, en la que un grupo de investigadores de la Sociedad Internacional para la Genética Forense, coordinados por el catedrático de Medicina Legal Ángel Carracedo, pretenden informar al público de la realidad de las pruebas de ADN en aplicaciones forenses y,a su vez, de sus limitaciones, además de aclarar algunas malas interpretaciones que existen, fruto de las películas y las series de ficción, que pueden conducir a interpretaciones erróneas por parte del espectador.

El documento reúne las principales conclusiones adoptadas por este grupo dirigido por Carracedo, en el que también figuran los españoles Lourdes Prieto Solla y Antonio Alonso Alonso, además del citado Peter Gill, Denise Synder Combe, Manfred Keyser,Robin Williams, Mathias Wienroth y Cristopher Philips.

En este informe, se destacan cuestiones como que se estima proporcional el uso del ADN forense para fines de identificación en casos penales y que se aconseja el desarrollo de estándares de buenas prácticas en la gestión de las bases de datos de ADN. Se plantea, además, la necesidad de que profesionales del mundo del derecho, y en especial jueces y fiscales, sean instruidos para un correcto entendimiento del concepto de cociente de verosimilitud. El documento también aborda la posibilidad de detectar en la escena del crimen perfiles de ADN de personas que no han tenido nada que ver con el delito, cuestión que debe ser tenida en cuenta en la valoración de la prueba. En este sentido, se considera exigible el desarrollo de bases de datos de eliminación de los perfiles de ADN de todos aquellos profesionales implicados en la toma de muestras y en cualquier paso de la investigación.

Respecto a las nuevas técnicas de secuenciación masiva y los nuevos marcadores de ADN que aportan información biométrica sobre la apariencia física, se recomienda una reforma legal en muchos países europeos, incluido España. Por último, se recomienda dotar a la genética forense de los medios técnicos, humanos y económicos necesarios para poder llevar a cabo proyectos de investigación relacionados con la Administración de justicia.

El ADN está presente en la mayoría de las células de nuestro cuerpo. Es exclusivo de cada persona y dejamos un rastro de él allá donde vamos. Los investigadores forenses aprovechan esta circunstancia y utilizan el ADN para extraer conclusiones sobre los lugares en los que hemos estado y las personas con las que hemos interactuado.En famosas series policíacas de televisión, como CSI, el análisis de ADN forense suele ayudar a identificar sospechosos cuando las demás líneas de investigación se encuentran estancadas. Naturalmente, el análisis de ADN también ha revolucionado la ciencia forense en la vida real ayudando a atrapar a asesinos en serie, permitiendo identificar y repatriar los restos de las víctimas de catástrofes y atrocidades masivas, como la masacre de Srebrenica, o esclareciendo errores judiciales por los que se ha declarado culpable de delitos graves a personas inocentes. Es tal el poder del ADN para identificar, condenar y exonerar que muchos lo perciben como infalible. Sin embargo, las pruebas de ADN presentan ciertas limitaciones: el ADN puede ser indetectable o encontrarse en restos tan diminutos que dificulten su interpretación. En estos casos, su análisis puede estar sujeto a errores y sesgos. Además, los perfiles de ADN se pueden interpretar de manera incorrecta y se puede exagerar su importancia, como se demuestra en la detención errónea de sospechosos. Incluso si se detecta ADN en el lugar del delito, esto no determina la culpabilidad. Por lo tanto, el ADN debe considerarse dentro de un marco compuesto por otras pruebas, en lugar de ser el único instrumento para resolver delitos. Los científicos forenses ponen mucho cuidado en minimizar los errores. Para ello, se aseguran de usar métodos probados exhaustivamente y realizados por profesionales competentes, utilizando equipos calibrados y siguiendo procedimientos para evitar contaminación. Pero, aun así, se pueden producir errores.

Preguntas con respuesta

Para facilitar la comprensión del lector profano en la materia el informe plantea una serie de cuestiones relativas a la aplicación del ADN en la investigación criminal.

¿Qué podemos detectar con un análisis de ADN?

El ADN puede extraerse de prácticamente todos los tipos de fuentes biológicas y se analiza mediante diversas técnicas. La técnica que elijan los investigadores dependerá de la cantidad de ADN disponible y las preguntas a las que estén intentando dar respuesta. A medida que las técnicas de genética forense se han ido desarrollando, ha aumentado su capacidad para detectar cantidades cada vez más pequeñas de ADN. Esto ha permitido llevar ante la justicia a los culpables de delitos sin resolver, pero también incrementa el riesgo de absoluciones y condenas erróneas si no se aplican las garantías adecuadas.

¿Dónde se puede detectar el ADN?

Nuestro ADN está en todos lados. Nos desprendemos continuamente de él, se lo transmitimos a otras personas y lo trasladamos de un lugar a otro. Esto quiere decir que, a veces, el ADN detectado en el lugar del delito no tiene nada que ver con el mismo. Por ello, los investigadores deben tener en cuenta cuándo y cómo puede haber llegado el ADN a una determinada superficie u objeto.

El contexto es esencial.

El ADN por sí solo no resuelve delitos. El análisis de ADN constituye un instrumento de investigación eficaz cuando se utiliza dentro de un contexto más amplio formado por todas las demás pruebas de un caso.

¿Para qué sirven las bases de datos de ADN?

La comparación de perfiles genéticos obtenidos de muestras encontradas en el lugar del delito con los perfiles almacenados en bases de datos, ha supuesto una de las principales innovaciones en la lucha contra el crimen. La comparación de perfiles de ADN no solo aporta información esencial a las fuerzas policiales, sino que, además supone un gran ahorro de su tiempo y dinero. Sin embargo, el uso de bases de datos de ADN también ha suscitado inquietudes sobre la privacidad, la seguridad de datos personales y la imparcialidad.

¿Qué significa una coincidencia de ADN?

No todas las coincidencias de ADN son igual de esclarecedoras. Solo porque el ADN del lugar del delito coincida con el ADN de un sospechoso no significa necesariamente que éste haya estado implicado. Con frecuencia, al ADN extraído del lugar del delito le faltan algunos marcadores necesarios para generar un perfil genético completo. En estos casos, puede que el perfil parcial coincida con el de varias personas, aunque no proceda de ninguna de ellas. Por ello, los científicos forenses suelen utilizar la estadística para expresar la solidez de las pruebas.

Predicción de la apariencia y la ascendencia biogeográfica a partir del ADN.

Los últimos avances en genética forense permiten predecir rasgos visibles, como el color del pelo o de los ojos, a partir de una muestra de ADN. Esto puede constituir un potente instrumento de investigación, pero en ocasiones se ha exagerado la posible información que se puede conseguir realmente en la actualidad.

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